Lo más importante siempre es evitar la deshidratación dándole al niño suero oral comprado en farmacia.
Hay que administrárselo en pequeñas cantidades, una cucharada o 5 ml cada cinco minutos.
Cuando ya no vomita, se le puede dar pequeñas cantidades de comida, sin forzar.
Los lactantes deben continuar con la lactancia materna aumentando la frecuencia. En este caso, no sería solo a demanda, porque los bebés o niños con gastroenteritis suelen presentar poco apetito.
La alergia a la proteína es mediada por anticuerpos llamados inmunoglobulinas E. Estas se pueden medir haciendo una analítica de sangre y también se puede observar la reacción mediante un test cutáneo llamado pricktest.
No tenemos pruebas específicas para la intolerancia, salvo las que llamamos de restricción y provocación: primero se retiran los alimentos con leche animal y/o con trazas, se espera una mejoría y luego se vuelven a introducir paulatinamente en etapas, supervisando si reaparecen los síntomas.
Desde el 2012, la Asociación Europea de Pediatría Gastroenterológica (ESPGHAN) ha establecido unas nuevas directrices donde la lesión histológica (que se ve en las biopsias) ha dejado de ser el «patrón de oro» para dar el diagnóstico.
Estas guías posibilitan, por primera vez, evitar la biopsia intestinal en algunas situaciones concretas; en niños sintomáticos, mayores de 2 años, con anticuerpos (marcadores) de enfermedad celíaca 10 veces más altos de lo normal, tomados en dos ocasiones separadas (para descartar errores de metodología) y con genética compatible.
Un aporte correcto de vitamina D resulta vital durante la infancia para conseguir un crecimiento y desarrollo normales y adecuados de los huesos.
La vitamina D es el único nutriente que la leche materna (de madres sanas) no aporta en cantidad suficiente para cubrir las necesidades del lactante, por lo que se aconseja suplementar con esta vitamina. Por otro lado, aunque las fórmulas lácteas infantiles estén enriquecidas con vitamina D, se requiere una ingesta mínima de 500 ml de leche de fórmula por día para cubrir dichas necesidades. Esto implica que, si la ingesta es inferior a esa cantidad diaria, también se aconseja la suplementación.
Asimismo, se aconseja no exponer a la luz solar directa a los menores de 6 meses; posteriormente se recomienda el uso de cremas protectoras que reducen la síntesis cutánea de vitamina D.
Por eso, todos los lactantes necesitan una dosis adicional de 200 UI (= 5 μg) de vitamina D, en gotas, todos los días durante preferiblemente los dos primeros años.
Los niños de piel oscura y los niños con obesidad tienen además un mayor requerimiento de vitamina D.
Para hacer el diagnóstico de sobrepeso y / o obesidad es necesario tener en cuenta varios factores relacionados con la adiposidad.
Para hacer el diagnóstico de sobrepeso u obesidad, es necesario tener en cuenta varios factores relacionados con la adiposidad.
La herramienta más usada es el índice de masa corporal (IMC), que se calcula de la misma manera que en los adultos. Se toma el peso en kilogramos y se divide por la altura en metros al cuadrado (o sea, la altura multiplicada por sí misma).
Ya que la IMC en niños y adolescentes varía durante el crecimiento, hay que comparar el resultado con las tablas específicas del IMC según la edad y el sexo.
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